Josías era rey y quería obedecer a Dios. Cuando Jilquías, el Sumo Sacerdote, encontró los rollos antiguos, Josías se angustió porque descubrió que los israelitas no seguían a Dios.
1 Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar y gobernó treinta y un años en Jerusalén. El nombre de su mamá era Jedidá hija de Adaías, de Boscat.2 Josías hizo lo que le agradaba al SEÑOR y siguió todo el camino de su antepasado David, sin desviarse a la derecha ni a la izquierda.3 Durante el año dieciocho del reinado de Josías, él mandó al cronista Safán, hijo de Asalías y nieto de Mesulán, al templo^ del SEÑOR. Le dijo:4 «Ve a ver al sumo sacerdote Jilquías y dile que tome el dinero que ha sido llevado al templo del SEÑOR y que los porteros han recolectado de la gente.5 Que se lo entregue a los encargados de supervisar los trabajos de reparación del templo del SEÑOR para que ellos paguen a los obreros que hacen la obra de reparación del edificio del templo del SEÑOR;6 que les paguen a los carpinteros, los constructores, los albañiles y que compren madera y piedra de cantería para reconstruir el templo.7 No tienen que decirles que rindan cuentas por lo que se les entrega porque son gente que actúa con honestidad».8 El sumo sacerdote Jilquías le dijo al cronista Safán: «Encontré el libro de la ley en el templo^ del SEÑOR». Se lo entregó, Safán lo leyó9 y se fue a ver al rey Josías para informarle lo siguiente: —Tus siervos juntaron todo el dinero que estaba en el templo y se lo entregaron a los que hacen el trabajo en el templo del SEÑOR.10 Entonces Safán le contó al rey en cuanto al libro: —Y el sacerdote Jilquías también encontró este libro. Safán le entregó el libro y se lo leyó al rey.