6 Cuando David regresó de matar al filisteo, las mujeres de los pueblos de Israel salieron cantando y danzando a recibir al rey Saúl. Gritando tocaban panderetas y liras^,7 y exclamaban: «¡Saúl mató a miles, pero David mató a diez miles!»8 Eso no le gustó nada a Saúl y se enojó muchísimo. Pensaba: «Las mujeres le dan crédito a David por unos cuantos miles, sólo les falta que le den el reino mismo».9 A partir de aquel momento Saúl lo miraba con recelo.10 Al día siguiente, un espíritu maligno de parte de Dios se apoderó de Saúl, haciéndolo actuar como loco en su casa. David tocó el arpa como de costumbre.11 Pero Saúl tenía una lanza en la mano y pensó: «Lo clavaré en la pared». Saúl lo intentó dos veces, pero en ambas ocasiones David saltó y esquivó la lanza.